El área al aire libre, dividida entre un jardín y una arena para espectáculos, ejemplifica cómo la arquitectura posmoderna puede reinterpretar creativamente los espacios naturales y culturales. Diseñado por G. M. Olivieri, A. Susini y P. Viola, este proyecto demuestra cómo un espacio limitado puede transformarse en una experiencia dinámica y multifacética.
El jardín, llamado "El Jardín de los Senderos que se Bifurcan" en homenaje al famoso relato de Jorge Luis Borges, adopta una solución laberíntica. La idea es que el jardín, aunque limitado en tamaño, puede percibirse como en continua expansión. El laberinto invita a los visitantes a un viaje exploratorio a través de sus sinuosos caminos, evocando el sentido de misterio y descubrimiento típico de las obras de Borges. Este juego arquitectónico convierte al jardín en una experiencia sensorial e intelectual que fomenta la reflexión.
La arena, por otro lado, se caracteriza por una entrada anamórfica, una solución arquitectónica que ofrece una representación tridimensional de una imagen tectónica reflejada en un espejo. Este efecto crea una percepción distorsionada que solo se recompone desde un cierto ángulo, un juego de perspectivas que desafía al espectador y amplía los límites tradicionales de la percepción arquitectónica.
Este proyecto, que fusiona naturaleza, arte y literatura, es un brillante ejemplo de cómo el posmodernismo puede subvertir las expectativas tradicionales y ofrecer soluciones innovadoras a los desafíos espaciales. El uso del laberinto y de la entrada anamórfica no solo supera las limitaciones espaciales, sino que transforma el área en un lugar simbólico donde cada elemento arquitectónico invita a la reflexión y la exploración. Un diseño visionario que trasciende los límites físicos a través del poder de la imaginación y la creatividad arquitectónica.